Mi familia

miércoles, 12 de febrero de 2014

129.-¿SE DEBE CASTIGAR A LOS NIÑOS Y NIÑAS?


¡A pensar!
La palabra “castigo” tiene una connotación peyorativa que no gusta ni a los niños ni a los mayores. Se trata, más bien, de que los niños y niñas aprendan que sus comportamientos tienen consecuencias; de ninguna manera se trata de hacerlos sufrir.
¿Se debe premiar y castigar?
Sí, ambas cosas. La finalidad del premio y el castigo no es que los niños se sientan bien o mal, sino que aprendan que toda  conducta tiene una consecuencia y que ésta será agradable o desagradable según haya sido la conducta que la ha provocado.
Los niños necesitan comprender que el premio o castigo es la consecuencia de su comportamiento anterior, no de la voluntad de sus padres, cuyo objetivo es procurar el bienestar de sus hijos y ayudarles en su aprendizaje.

¿Cuál es la finalidad del castigo a los niños?
La finalidad, única y exclusiva, es que entiendan la relación de causa-efecto entre la falta y el castigo.
En consecuencia, el castigo no debe producirse: “porque estoy enfadado”, “porque eres malo”, “porque ya no te quiero”, etc. Son frases que, a veces, se dicen por nerviosismo, que causan mucho daño al niño y que los padres deben desterrar.

Cualidades que debe tener el castigo:
1ª. Se deben evitar los excesos. No quedarse corto; pero tampoco, pasarse. Adecuados a las conductas que deseamos premiar o corregir. No se debe imponer un castigo excesivo para después suavizarlo y dejarlo en casi nada. Ej.: Si un adolescente no puede salir si no ha hecho los deberes, hay que mantenerlo con firmeza, pero debe poder salir una vez acabados.
El castigo debe ser proporcionado a la falta cometida y a la edad del niño. 

2ª. Coincidente en el tiempo con el comportamiento que lo origina. No dejarlos para otro momento, porque los niños no establecerán la relación con la acción que los origina. Ej,: Si el niño no quiere comer verdura, el castigo adecuado puede ser “no tomar helado”, ya que guarda relación; sería inadecuado “no ver la tele” porque  ver la tele no guarda relación con comer y el niño pequeño no lo entenderá.

3ª. Establecer una especie de pacto con el niño: Hay cosas que no debes hacer si no quieres tener consecuencias negativas. El niño debe entender en qué consiste el castigo, Los padres deben dialogar y explicárselo con calma .
El consenso cumple una función educativa: El niño se siente responsable de su conducta y de las consecuencias y tenderá a reflexionar más antes de actuar.
El castigo sólo sirve cuando se quiere que el niño se dé cuenta de que debe eliminar una determinada conducta. De nada servirá si el niño no entiende por qué se le reprende y cuál es la forma de evitar que se le vuelva a castigar.

4ª. El castigo no debe ser humillante. Su única razón de ser es educar al niño para que llegue a ser un adulto feliz, autónomo, adaptado a la sociedad y con sentido crítico. El castigo que humilla pierde su valor educativo. El niño nunca debe pensar que se la castiga “porque es malo”, eso minaría su autoestima con consecuencias muy negativas para su motivación para aprender y para el desarrollo personal.

5ª. Da buenos resultados la combinación de castigo y premio, es decir, que el castigo termina cuando el niño deja de hacer la conducta punible. Ej.: Si no recoges tus juguetes no puedes salir al parque, pero en cuanto los recojas podrás hacerlo.
Elogiar al niño cuando ha hecho bien los cosas es siempre un premio oportuno. El mejor premio o castigo es hacer algo agradable o desagradable relacionado con la conducta que lo origina. El premio o castigo basado en cosas materiales son menos eficaces en la educación porque encierran un mensaje confuso que no anima a la reflexión sino a conseguir esa cosa material.

6ª. Nada de castigos físicos. ¿Quién ha recibido un cachete cuando era niño? ¿Quién lo ha dado cuando es padre? Todos. Pero, eran otros tiempos. El castigo físico o verbal, además de no ser razonable, provoca en el niño un estado de temor que nada sirve para corregir la mala conducta. Es un mal modelo de conducta violenta que el niño, inconscientemente, imitará cuando sea mayor.

7ª. El castigo logra mayor efecto cuanto menos se usa. Su valor está en el efecto disuasorio. Castigar por sistema resulta inútil. Castigar debe ser la excepción, no la norma.  

8ª. El castigo no debe depender del estado de ánimo del padre o la madre. Hay que controlarse para poder controlar al niño. Con gritos no se resuelven los problemas. Se logra con suavidad, diálogo, comprensión  y… paciencia. Intenta susurrar; cuando la tensión es alta, susurrar puede ayudar al niño a poner atención y al padre a calmarse.

  

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