Mi familia

sábado, 18 de enero de 2014

126.- MI NOVIO/A VIENE A DORMIR A MI CASA



Mi hijo/a adolescente nos ha dicho a su madre y a mí que esta noche va a traer a casa a su pareja y que se quedará a dormir con él/ella. No sabemos si nos estaba pidiendo permiso o, dándolo por hecho, simplemente nos indicaba que sucedería esta noche. Para nosotros ha sido algo desconcertante.  
Coger al toro por los cuernos
Este tema debería estar discutido y solucionado en las conversaciones sobre sexualidad tenidas con anterioridad al noviazgo, pero, como se suele decir, nunca es tarde si la dicha es buena.
En cualquiera de los casos, ha llegado el momento de actuar de los padres, y no puede ser pospuesto, porque se trata de “esta noche”.

¿Lo permitimos o no lo permitimos?
Esta es la cuestión. La decisión corresponde exclusivamente a los dos padres. Si recurrimos a la experiencia de otros matrimonios en circunstancias análogas, nos encontramos con decisiones en ambos sentidos que, por supuesto, no resuelven el problema ni sacan de dudas.

Dos supuestos distintos:
Primero: En años anteriores, no han existido conversaciones entre los padres y los hijos sobre temas de sexualidad, noviazgo, matrimonio, hijos, etc.
En este caso y dada la urgencia, por aquello de “esta noche”,  lo más conveniente es decir a su hijo/a que tienen que hablar ampliamente con él/ella para llegar a una conclusión que satisfaga a todos. Consecuencia: Deberá posponerse  lo de “esta noche”.
Segundo: Sí padres e hijos habéis hablado y discutido sobre el tema (bien anteriormente, que sería lo deseable o bien después de la negativa a su petición), es de esperar que hayáis llegado a una conclusión; respetadla, sea la que sea.

Algunas reflexiones para antes de tomar la decisión:
1ª.- Tener en consideración la edad del hijo/a. Varía mucho la situación si se trata de adolescentes de 16 o 18 años que están ante su primera relación o de adultos con varios años de noviazgo y una relación consolidada. Por esta razón no es aconsejable conceder el permiso cuando los llamados novios sólo son realmente “amigos” o cuando cambian mucho de pareja. La casa no es una pasarela ni el domicilio familiar puede convertirse en un motel.
2ª.- Lo correcto es, en toda relación estable, consolidada y comprometida, presentar a la pareja a los respectivos padres, invitarla a merendar y pasar un rato en la casa familiar; en definitiva, para darse a conocer.
.- Parece falta de respeto a los padres y poco serio llevar a la pareja “a dormir” a tu casa sin el permiso expreso de los mismos. Hay que respetar las convicciones de los padres, que pueden ser contrarias a esta práctica. Hay que respetar la intimidad de los padres. Independiente de la edad que tenga el hijo/a, puede resultar muy desagradable ir a la ducha y encontrarla ocupada por un desconocido/a.
.- Esta petición sólo es comprensible que la haga el hijo/a que tiene un noviazgo consolidado, con pleno compromiso y con proyecto de matrimonio o unión definitivos a corto plazo y después de haber hablado con sus padres sobre el tema.

Razones para conceder el permiso
Partiendo del supuesto de que padres e hijo/a han dialogado sobre las reflexiones anteriores y las van a tomar en consideración, me atrevo a indicar algunas razones para conceder el permiso:
1ª.- Los hijos experimentarán la sexualidad como lo que es, algo natural, y la vivirán de forma sana.
2ª.- Los padres estarán tranquilos de que sus hijos no practican el sexo bajo la influencia del alcohol o las drogas, como sucede, frecuentemente, cuando lo hacen fuera.
3ª.- Muchas parejas tienen relaciones sexuales y procuran que sus padres no se enteren. Esto tiene grandes riesgos: no hay conversaciones entre padres e hijos sobre sexo seguro, sobre la responsabilidad personal ante un posible embarazo, sobre las múltiples dudas que pueden tener. Si no hay diálogo previo, no es posible ayudar en un momento dado.
4ª.- Vivimos en una sociedad que incita constantemente a la práctica del sexo y la juventud, adolescente o adulta, es la más influenciada. Siempre ha habido sexo en las parejas, salvo excepciones muy encomiables. La abstinencia es la opción prioritaria, pero es casi imposible en nuestra sociedad en la que se ensalza el amor-pasión y se vitupera el amor responsable. 
Los padres deben comprenderlo y ayudar a sus hijos a resolver el problema. Precisamente sus convicciones religiosas o humanas deben ser la mejor luz para tomar la decisión correcta.

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