Mi familia

viernes, 6 de septiembre de 2013

121.- CÓMO ENSEÑAR A LOS HIJOS A SER RESPONSABLES

La fuerza del consejo
La responsabilidad es un valor de los seres humanos que les otorga el control de sus propias vidas y les granjea la confianza de los demás. La responsabilidad no se adquiere de un día para otro, es un proceso a desarrollar durante toda la época de la educación de los hijos.
El papel de los padres

Siendo los padres, por derecho y deber, los primeros agentes de la educación de los hijos, lo son también del proceso de la responsabilidad.  Los padres no pueden estar siempre detrás del niño o del adolescente para hacerle cumplir las normas. Lo que se ha de lograr mediante estrategias educativas adecuadas es que estas normas queden tan arraigadas en ellos, que lleguen a comportarse de una manera responsable también cuando no haya nadie que les indique lo que han de hacer o dejar de hacer.
La mejor manera de transmitir a nuestros hijos el valor de la responsabilidad es creando un ambiente donde pueda encontrar la información sobre cada una de las opciones entre las que puede elegir y las consecuencias de cada una de ellas, proporcionándoles, al mismo tiempo, los recursos adecuados para poderlas llevar a cabo.
¿Cuándo empezar a educar en la responsabilidad?
Cuando el niño va tomando conciencia de sí mismo y de su entorno y es capaz de entender, es el momento de empezar a estimular su capacidad para responsabilizarse de de sus actos. El nivel de exigencia ha de estar en consonancia con las posibilidades de cada etapa evolutiva.
Desde la más tierna infancia de su hijo, los padres deben asignarle ciertas obligaciones acordes con su edad. Por ejemplo, se le puede enseñar a que se ocupe de algunas de sus cosas, por ejemplo, tirar su pañal sucio a la basura o recoger sus juguetes cuando termina de jugar. A medida que el niño vaya ampliando su capacidad de comprensión y de actuación, podremos ir aumentando el nivel de exigencia. Por ejemplo, que ordene sus útiles escolares, que deje ordenada y recogida la ropa que se quita, que ayude a los padres en ciertas tareas. Todo esto le hará sentirse importante y valorado.
Los niños necesitan hacer estas tareas, en su hogar y desde la primera infancia, para adquirir la habilidad de organizarse, de fijarse objetivos, de hacer tareas complejas. Todo esto les será muy útil pues les da la confianza necesaria para acometer, en lo sucesivo, nuevas y más difíciles tareas.
Para que el niño madure valorando las consecuencias de sus acciones ante los demás, necesita familiarizarse con diversas tareas y obligaciones y aprender que debe ser responsable de sus actos. Este proceso de aprendizaje abarca toda la infancia, la pubertad y la adolescencia.
Para algunos padres es más fácil hacerle las cosas al niño que enseñarle y esperar que sea capaz de hacerlas. Con esta actitud corren el riesgo de que el niño no llegue a responsabilizarse nunca de sus obligaciones.
La sobreprotección impide que el niño haga las cosas por sí mismo y le impide madurar. La postura contraria, el exceso de exigencia, puede generar en el niño inseguridad y miedo y desarrollar una  falsa madurez.
Hay que educar al niño para que se convierta en adulto independiente y competente y para ello es necesario, poco a poco, ir soltando las riendas y dejarle hacer las cosas por sí mismo. Los padres le ayudan a crecer a  base de no ayudarle y no estar todo el día dictándole lo que debe hacer.
¿Cómo fomentar la responsabilidad?
Los padres deben establecer ciertas normas de obligado cumplimiento. El niño debe saber, en cada momento, lo que puede y lo que no puede hacer, lo que está bien y lo que está mal, y lo que sucederá si no respeta las normas. Se educa para vivir en sociedad: permitir que el niño haga  lo que quiera es no educarle para una vida adulta.
Es evidente que estas normas y límites han de cumplir ciertos requisitos:
Que sean sencillas y simples
Que las apliquemos de forma coherente y sobre todo, justa.
Que atiendan a las capacidades y necesidades del niño. Para ello será bueno que el niño participe en la elaboración de sus propias normas sobre tiempo de estudio, tareas de casa, diversión, etc.
Que los niños tengan muy claro cuáles van a ser las consecuencias si no las cumplen. Las normas son para cumplirlas.
¿Cómo inculcar al niño el valor de la responsabilidad?
 El mejor método es el de "predicar con el ejemplo", los niños toman como modelos a sus padres y muchos de los valores y comportamientos que se conservan a lo largo de la vida se derivan de lo que vieron hacer a sus progenitores.
Difícilmente un niño llegará a ser responsable si sus padres se comportan de forma irresponsable. Para poder exigir, antes hay que enseñar y esperar un tiempo para la práctica y la interiorización del nuevo aprendizaje.
Los adolescentes suelen olvidar muchas de las responsabilidades que ya habían adquirido; pero, si la adolescencia se resuelve bien, esta etapa concluirá con la consolidación de la responsabilidad.
Orientaciones para ayudar al niño en el proceso de aprendizaje de la responsabilidad:  
* La  responsabilidad debe enseñarse de forma natural, no a base de imposiciones.
* Es importante enseñarle a cuidar y a responder de sus cosas, pero también hay que inculcarle el respeto y cuidado por las cosas de los demás.
* Enseñarle a cumplir y respetar las normas de la familia, del colegio, las normas sociales, etc. * Hacerle participar, en la medida de sus posibilidades, en las tareas domésticas, sin pretender que haga cosas imposibles para su edad.
* Cuando el niño está en edad escolar hay que inculcarle que el estudio y el trabajo escolar son sus obligaciones y que deberá responder ante ellas con su esfuerzo 
* Ayudarle a reconocer y aceptar sus errores y enseñarle a repararlos.
* Enseñarle las consecuencias de sus actos, ya sean éstos satisfactorios o recriminables.
Valorar al niño siempre que se muestre responsable y hacerle ver los beneficios de su actitud. 
Dedicarle el tiempo suficiente para poder explicarle con tranquilidad las cosas, para que desde su perspectiva de niño o adolescente pueda entenderlas e incorporarlas a su experiencia.
* Que aprenda a reflexionar y a pensar en el porqué de las cosas, de las situaciones, de los comportamientos, mostrándole las consecuencias, los beneficios y los perjuicios de los mismos.
* Que los valores que transmitan los padres sean también importantes para ellos: si unos padres son desordenados será difícil que su hijo aprenda a ser una persona ordenada.
* Animar al niño a asumir sus responsabilidades con frases como éstas: “Sé que tú puedes…” “Confío en ti” “Cuando lo hayas hecho, te sentirás muy bien”.




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