Mi familia

viernes, 8 de febrero de 2013

104.- EL LENGUAJE EN NIÑOS DE 3-4 AÑOS

El lenguaje es nuestra gran facultad, nuestra mayor fortaleza. Gracias a él podemos pensar y convivir. 
A partir del tercer año el lenguaje del niño crece de forma vertiginosa:
El vocabulario pasa de unas cuantas palabras a varios cientos, las frases se hacen más largas y complicadas, con artículos y preposiciones e incluyendo el masculino o el femenino, el singular o el plural. 

LENGUAJE EGOCÉNTRICO


Egocéntrico, porque el niño no habla más que de sí mismo, pero sobre todo porque no trata de ponerse en el punta de vista de su interlocutor. No se ocupa de saber a quién habla, ni si es escuchado.
El niño repite sílabas y palabras que ha escuchado aunque no tengan gran sentido para él, las repite por el placer de hablar, sin preocuparse por dirigirlas a alguien.                        El niño habla para sí, como si pensase en voz alta. No se dirige a nadie, por lo que estas palabras carecen de función social y sólo sirven para acompañar o reemplazar la acción.

Monologa en grupo: cada niño asocia al otro su acción o a su pensamiento momentáneo, pero sin preocuparse por ser oído o comprendido realmente. El punto de vista del interlocutor es irrelevante; el interlocutor sólo funciona como incitante, ya que se suma al placer de hablar por hablar el de monologar ante otros. 
Se supone que en el monólogo colectivo todo el mundo escucha, pero las frases dichas son sólo expresiones en voz alta del pensamiento de los integrantes del grupo, sin ambiciones de intentar comunicar nada a nadie.


Ansias de aprender

A esta edad está muy ansioso por aprender. Quiere tocar, oler, escuchar y examinar todo por él mismo. Es una etapa en la que el niño observa mejor la realidad concreta. Sin embargo la súperabundancia verbal y la tendencia de llevarlo todo a la experiencia personal, hacen que el niño no comprenda aún que su punto de vista es uno de los tantos posibles. El mundo no es para él más que una respuesta a sus necesidades y deseos.



Avances:
Agrupa objetos como alimentos, ropas, etc.  Identifica colores.  

Utiliza la mayoría de los sonidos del habla pero puede distorsionar algunos de los sonidos más difíciles, como l,r,s,ch,y,v,z, lo que con frecuencia es hasta divertido; estos sonidos puede que no se controlen completamente hasta la edad de siete u ocho años.

Utiliza consonantes al principio, en el medio y al final de las palabras; puede distorsionar algunas de las consonantes más difíciles, pero intenta decirlas. Utiliza verbos que terminan en "ando" y "iendo", como "caminando" y "corriendo". Se expresa con bastante claridad, tanta que hasta los desconocidos entienden mucho de lo que dice.Puede describir el uso de objetos como "tenedor", "coche", “silla”, etc.
Se divierte con el lenguaje y, poco a poco, aparece el gusto por conversar y preguntar a su papá y a su mamá.Más que simplemente hablar sobre cosas, intenta expresar sus sentimientos.
En la medida que puede verbalizar su acción y relatar acciones pasadas, existe un mayor intercambio entre él y los demás. Pero no creamos que el niño comunica enteramente su pensamiento. Comprobamos que en esta época son muy rudimentarias las conversaciones entre niños. 


Comienza la etapa de los por qué, mediante esta pregunta el niño no busca una explicación objetiva, que no estaría en condiciones de comprender sino la relación que pueda existir entre el objeto de su pregunta y sus necesidades, sus deseos o temores.

El lenguaje egocéntrico disminuye gradualmente y va dejando paso al lenguaje socializado mediante el que el niño intercambia realmente su pensamiento con el de los demás, poniéndose en el punto de vista del interlocutor.


¡Peligro!

A esta edad también empiezan las palabrotas. El niño es como una esponja que se empapa con todo y, después, lo suelta en cualquier lugar, poniendo, con frecuencia, en aprietos a sus padres. Si siempre han de ser éstos educados y cuidadosos en su forma de hablar,  ante sus hijos han de extremar la precaución.


 


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